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A ella

A ella que es la lluvia y la montaña,
y duele lejos, como un trémolo de guitarra,
y habita como orilla permanente
para calmarme los caminos.

A ella, que es el conticinio en agosto,
debo decirle que la siento con inmensidad,
la escucho como un sueño de sol tardío
en cada mañana naciente.

A ella que tiene como el domingo la soledad envejecida,
debo explicarle que estoy bien,
un poco partido en memorias,
siendo árbol fuerte de casa florida,
con las raíces formadas desde sus manos.

A ella que es amor perenne,
necesito alabarle la esperanza,
y besarle las manos y la frente,
como un niño que entiende su refugio.

A ella que tiene el peso de extrañar
con los recuerdos colgantes
quiero leerle todo lo que soy,
porque soy una historia de su palabra santa.

y hoy que ella ha visto 70 imperios de sol.
la extraño con este corazón tranquilo
que palpita en mis ojos
cada vez que miro adentro de mí,
y la veo cerca.

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