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Ardor, Ardor

A la Memoria de Carlos.

En aquél patio ardió un otero,
se pintó el aire en fárragos,
y el humo, ¡ay el humo!,
!que le apretujaba tanto las angosturas!
pero cuando tosía y lloraba,
también lloraba una laguna,
también una nube,
y esa nube era mil madres,
esperando una paz calada.

Y por una espalda (que también era escalera),
subió hasta el ardor, ¡shhhh!
y allí, se hizo menos,
lo alto se le deshizo en palabras;
y vio desde arriba lo jamás suyo
y lloró más, como un sol lloró,
cayendo en brasas lloró,
diamantinas sus gotas,
haciendo crecer una cima,
como hierro sobre hierro,
óxido en caricia.
Lo que quedó,
inerme quedó,
como humedad en la tierra,
petricor santísimo,
esperando irse
lejos,
!muy lejos!
!muy adentro del tiempo!
adonde va la música,
cuando
ya
no
es.

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