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Atrapada en la magia

Te necesito dulce,
como el primer día,
con los ojos cumplidos
como una llegada.

Lléname de versos
muertos ya,
secos,
aún me sirven.

Amárrame a tu tiempo
con la boca tierna
del
desespero.

Apágame con aquellas manos
gentiles,
con las que hacías correr un río
o un canto.

Te quiero sudar
como suda el perfume
cuando el sol
caldea su templo.

Mírame a los ojos,
no estos,
sino aquellos
en los que
aún sigues
atrapada
en la magia.

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