Voy a matarme por dentro
para salir vivo de mí.
Me quitaré el disfraz de barranco volcánico
y lo colgaré en ningún árbol
para que no exista.
— ¡Basta! ¡no me mates más! – me dije mirándome a los ojos.-
Me muerdo desde mi centro para llorar más mundos,
pero el dolor no es suficiente,
se necesita muerte.
Que se muera lo rojo; lo que parece un corazón podrido,
lo que a la piel de mi cerebro le parece agrio,
lo me hace recitar torturas como espinas dentro de córneas.
— ¡Basta! mi mirada corta concreto (y le duele a todos)
La angustia tiene la voz sangrando de nuevo,
que termine de irse en su saliva de demonio,
que se vaya a vivir en otra existencia.
El caos está adentro y es un grito grueso,
como la voz de cualquier gigante recién despierto,
y en cada murmullo le tiemblan las rodillas a mi silla.
No sé despertar
¡Basta!
no me dejo dormir,
no me dejo reír.
Algunos vientos vienen con bloques de culpas,
y mi rostro es una guerra nueva.
Soy el autor, el personaje y el asesino.
Me mato tres veces
y sigo siendo río salvaje.
Sé comerme todo, y vomitarme hecho una nada humenado.
¡Basta!
Me dije.
Y sigo viviendo.