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El lavado de la culpa (II)

Me puse lentes de miedo
para ver monstruos:

Vi una columna gigante
que temblaba en do menor,
tenía dientes de luz amarilla,
y no sabía mirar en español.

Una mujer arrodillada
sobre clavos invisibles,
sangrando ganas,
gritando colores grandes.

Un fantasma
que parecía estatua
hecha de meses,
con ojos crepusculares.

Arriba una bóveda
hecha de agua,
llena de fosforescentes
ahogándose.

Y Dios
era un sonido,
estruendoso.

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